Dominancia: desmontando el mito

Continuamente escuchamos a nuestros conocidos o posibles adoptantes comentarnos que tienen un perro «dominante» mostrando así lo poco que conocen realmente a su perro. Y es por eso que queremos hacer especial hincapié en explicar porqué los perros no son dominantes ni sumisos, y que los únicos que queremos dominar a otras especies, somos nosotros, los propios humanos.

Esperamos que con estas lecturas podamos aclarar dudas y sobretodo conseguir que cada vez veamos a nuestros perros como lo que son, nuestros amigos y fieles compañeros.

La falsa idea de la Dominancia y sus problemas derivados, por Silvia Berserán. Educadora y Terapeuta canina.

 

Hace unos 50 años, en las observaciones realizadas sobre el comportamiento de los lobos, se comprobó que vivían en manadas bajo una fuerte jerarquía, y que la pareja alfa la mantenía a base de agresiones sobre el resto de la manada.

Dado que el perro ha evolucionado a partir del lobo, esto dio lugar a que se empezaran a aplicar estas teorías a las dos especies. La simplificación de la psicología canina al hecho jerárquico, dio como resultado pensar que cualquier problema de comportamiento del perro, se debía a que era dominante, y su solución era reducir su rango dentro de la manada humana.

Esta idea, aún sigue muy arraigada en nuestra sociedad y continuamente se dan pautas y normas para mantenerse delante del perro como el miembro dominante de la manada. De hecho, muchos profesionales lo siguen aplicando erróneamente.

 

Recientemente etólogos que han estudiado manadas de lobos en libertad, han comprobado, que no existen agresiones entre ellos y qu viven en total armonía. Dependen los unos de los otros para subsistir, no tiene lógica que continuamente se hieran entre ellos. Si que existe un lenguaje gestual muy importante (más acentuado que en los perros) destinado a prevenir los conflictos.

¿Por qué entonces se habían visto comportamientos totalmente distintos anteriormente? Pues simplemente porque hasta ahora no ha existido la tecnología necesaria para estudiar a los lobos en libertad, todas las observaciones se habían realizado sobre manadas artificiales mantenidas en cautividad. Estas manadas vivían en un continuo estrés, lo que daba lugar a un alto grado de agresividad entre sus miembros.

 

Por otro lado, hay que tener en cuenta que los perros ya se han separado mucho evolutivamente de su ancestro, por lo que no se dan los mismos comportamientos en las dos especies. Por ejemplo, los perros observados en estado salvaje no tienen capacidad de formar manadas, no suelen cazar, ya que se alimentan de desperdicios y su nivel de agresividad es muy inferior al de los lobos.

Como conclusión: nos hemos estado basando para la educación de los perros en un comportamiento totalmente erróneo y malinterpretado de una especie parecida a ellos.

Los perros han sufrido durante décadas abusos indiscriminados, castigos constantes y aplicaciones absurdas de pautas destinadas a reducir su grado jerárquico, que solo han dado lugar a problemas de comportamiento graves.

Un ejemplo:

 

Imaginemos que se aplicase esta teoría a otras mascotas como a los gatos y nuestro gatito araña los muebles,  para resolverlo nos dicen: “claro es que es un gato dominante” (cualquier problema que tenga un gato resulta que es porque es dominante).

 

Para resolverlo aplica estas normas:

 

Come delante del gato antes de darle de comer

No permitas que se suba a los muebles

No dejes que se tumbe en lo alto de las escaleras

No dejes que se tumbe en los lugares de paso

No pases nunca por encima, ni lo rodees

No dejes que pase primero por las puertas

Túmbate en su cama para demostrar que eres el alfa

Túmbalo boca arriba hasta que deje de forcejear.

¡Perfecto! Nosotros acabaremos locos, el gato también, y además seguirá arañando los muebles. Un poco absurdo ¿no? Pues si lo es para un gato, lo mismo para un perro.

Esto es lo más suave que se está haciendo con los perros para solucionar cualquier problema de conducta.

 

Agresividad

¿Por qué entonces hay perros agresivos?

La agresividad se puede dar por varios motivos, pero ninguno de estos implica dominancia.

Veamos a continuación algunos de ellos:

Agresividad por inseguridad o miedo: La inseguridad o el miedo pueden dar como resultado una huida o una agresión. Los perros se pueden sentir inseguros ante cualquier cosa, persona o animal desconocidos o incluso ante situaciones nuevas. También puede aparecer ante cualquier situación que les resulte amenazante.

Agresividad por posesión de objetos: Algunos perros en posesión de algún objeto valioso para ellos van a intentar defenderlo de cualquier acercamiento. Es muy típico que se produzca con la comida, juguetes, o lugares privilegiados como el sofá. En el fondo se sienten inseguros por la posibilidad de que se les quite lo que quieren.

Agresividad por estrés: Los perros estresados pueden ser agresivos. El estrés produce incrementos de testosterona que hacen que el perro esté más irritable.

Agresividad por Predación: Se produce cuando se despierta el instinto de presa en un perro. Puede darse con ciclistas y corredores, o con niños corriendo y chillando. El perro los puede confundir con una presa y atacarlos.

 

Agresividad por problemas físicos o psíquicos: Cuando un perro presenta problemas de agresividad de manera repentina, hay que hacerle un chequeo veterinario. El dolor físico o el malestar puede hacer que un perro esté irritable y de mal humor. También los problemas a nivel del sistema nervioso (tumores cerebrales..) pueden hacer que un perro se vuelva agresivo de repente.

 

Para más información sobre los estudios más recientes sobre lobos:

http://www.canfauna.com/news/davidlmechyelloboalfa/

http://www.davemech.org/news.html

 

Hoy me he levantado con el pie izquierdo. Hace viento sur. Por Alain Maortua

Es que mi perra es ¡dominante! Por eso se tira a morder…

me decía el dueño de una Pastor Alemán mientras tiraba de la correa para alejar a su perra de la mía.

Normalmente no reacciono ante este tipo de comentarios. Me limito a sonreír y continuar mi camino, pero mi pie izquierdo o el viento sur o lo que es más probable, la visión de nuevos encuentros con este señor y su perra, me hacen reaccionar y cuestionarle el conocido mito de la dominancia.

Es que en casa ya le hemos hecho saber a la perra el lugar que ocupa dentro de la manada pero en la calle, le gusta dominar.

– Pues fíjese que yo creo que a pesar de estar muy extendida, la visión de que el perro nos puiera dominar, es errónea.

Je je, que quiere que le diga, hay perros que, al igual que los lobos, son dominantes, el macho y la hembra Alfa. El perro desciende del lobo, ¿nunca ha oído esto?

– Claro que sí, pero esa afirmación podría ser comparable a decir que como los humanos descendemos del mono nos comportamos como tal y eso es excesivo, ¿no cree?

Bueno, yo simplemente le comento lo que he oído que dicen los expertos.

– Sí, es cierto, son muchos los profesionales que continúan asegurándonos que tenemos que dominar a nuestros perros. Se basan en que el perro desciende del lobo, que el lobo es un animal dominante y que por lo tanto el perro también lo es y nos ve a nosotros como los miembros de su manada, a los que intenta dominar.

Sin embargo, yo insisto. Es una opinión generalizada, pero ello no significa que sea verdadera. Muchos de los estudios en los que se basa esa teoría se realizaron observando agrupaciones de lobos en cautividad o en condiciones no naturales. Los lobos no aceptan bien la presencia de otros lobos desconocidos y por lo tanto es fácil observar conflictos.

Bueno, las manadas que se forman entre perros y personas tampoco son naturales, y usted me confirma que en las manadas en cautividad, los lobos desconocidos se comportan de forma dominante y surgen los enfrentamientos…

Pues entonces, si el perro vive en una manada que no es natural, una familia humana, con individuos que no conoce y no tiene claro cual es su lugar, es decir, no se le enseña quien es el líder, peleará por su posición, ¿no?

– Un momento, observe que al referirme a condiciones no naturales o de cautividad, me refiero a agrupaciones y no a manadas.

Para describir las manadas, le citaré los estudios más recientes del gran especialista en lobos David Mech [1], según los cuales los lobos viven en núcleos familiares en los que los supuestos Alfa son en realidad los padres (como ya señaló Murie en 1944, y muchos otros observaron con posterioridad: Young y Goldman, 1944; Shenkel, 1947; Mech, 1970, 1988; Clark, 1971; Haber, 1977).

Mech concluyó que la familia suele ser la manada típica, en la que los padres adultos guían las actividades del grupo siguiendo un sistema de división del trabajo.

En palabras del propio Mech, “Se ha creado mucha confusión al intentar aplicar a la estructura familiar de las manadas en libertad la información extraída sobre el comportamiento de agrupaciones de lobos ajenos en cautividad. Este enfoque es equiparable a intentar sacar conclusiones sobre la dinámica de una familia de seres humanos a partir del estudio de seres humanos en campos de refugiados”.

Además, y perdone que me extienda, otros estudios muestran que el comportamiento de manada es una respuesta desarrollada para un hábitat en particular. Ese comportamiento no está en los genes de los lobos, no es innato. Como dice Raymond Coppinger [2], es epigenético [3], es decir, resulta de cierta interacción entre los genes y el ambiente.

Por lo tanto, si los lobos no forman manadas de forma instintiva, ¿por qué razón deberían hacerlo los perros?

Pues porque la relación entre personas y perros, llámele manada, agrupación o como quiera, es propicia para ello. Es ese hábitat del que usted me habla.

– ¿Si? ¿Acaso saldremos a cazar juntos? ¿Pelearemos por la misma hembra en celo? ¿O tal vez por la misma comida?

Seamos realistas. No existe ninguna razón para hacerlo, todas sus necesidades están cubiertas, y parece lógico pensar que si no existe razón alguna para formar una manada tampoco la hay para tratar de dominar, de ser ese famoso lobo alfa.

Al final terminará usted diciéndome que ni siquiera descienden del lobo…

– Por supuesto que el perro desciende del lobo, o mejor dicho, ambos, lobo y perro, descienden de un cánido común, que se parecía mucho a los lobos que conocemos hoy en día, pero ello no significa que se tengan que comportar de la misma manera.

De hecho no lo hacen; fíjese en que no presentan los mismos patrones de conducta [4]. ¿Se imagina usted a un lobo cuidando ovejas? ¿Y pastoreándolas tal vez?

El perro ha pasado por un proceso de domesticación que le ha llevado a ser diferente de los lobos. Los perros son capaces de convivir en armonía con todo tipo de animales y son adiestrables. Aprenden de manera diferente a como lo hacen los lobos, como demostró el Psicólogo Harry Frank [5], entre otras cosas porque los perros tienen el cerebro mucho más pequeño y no tienen las mismas necesidades.

Y también podríamos mencionar algunas de las muchas diferencias físicas que existen entre perros y lobos, en las que muchas personas parecen no reparar:

* Los perros poseen mayor concentración de glándulas sudoríparas en las almohadillas que los lobos.

* Las perras tienen 2 ciclos de celo al año, las lobas solamente uno.

* Las perras pueden tener su primer celo entre los 6 y 12 meses de edad, las lobas nunca antes de los dos años.

* Las perras pueden tener camadas en cualquier época del año, las lobas sólo en primavera.

* Etc.

En resumen, “Los dos cánidos, perro y lobo, se han adaptado a nichos diferentes y son por lo tanto animales distintos”.

(Raymond Coppinger)

A pesar de lo que me cuenta, yo he conocido perros muy dominantes.

– ¿Dominantes o perros a los que se les ha enseñado a ser conflictivos?

Lo que yo observo es que cuando un perro se acerca a mi perra lo hace marcando gestos y posturas de sumisión, porque sabe que mi perra es dominante.

– Su interpretación de esa situación es en términos de dominancia-sumisión pero, ¿y si le dijera que lo que ese perro hace es intentar apaciguar a su perra porque ve en ella una actitud nerviosa, de miedo o de desconfianza? El perro está mostrando señales de calma [6], lo cual es muy de agradecer porque evita que en esa situación se produzcan conflictos. Lamentablemente, algunos perros tienen esa capacidad inhibida por un manejo inadecuado.

Sé que no es fácil cambiar nuestra manera de actuar, ni de ver las cosas, pero tenemos que aceptar que los perros no nos entienden cuando pretendemos ser los líderes, ellos no entienden de manadas, no entienden nada de ser el Alfa. Esta actitud sólo nos lleva a confundirlos totalmente, a crear problemas donde no los había.

Si queremos a nuestros perros, ¿porqué nos empeñamos en fastidiarles continuamente? ¿Por qué no abrir los ojos y mirar más allá?

Oiga, yo siempre he tenido perro, siempre les he educado igual y ¡siempre me han respetado!

– Donde usted ve respeto, yo veo algo muy diferente, pero eso tal vez se lo cuente otro día. Todo dependerá del pie con el que me levante, o del viento sur, o lo que es más probable, de las ganas que tenga de hablarle sobre el miedo que le tiene su perra.

Evidentemente, este diálogo es ficticio pero muy a menudo tengo conversaciones parecidas que versan sobre el mismo tema. Podría decir que es una especie de resumen de todas ellas.

Me preocupa que la gran mayoría de los dueños de perros tengan esta visión equivocada. Mirar a los perros bajo el prisma de la dominancia les hace ver desafíos continuos en todos sus comportamientos, lo cual lleva a ambos a compartir una existencia mísera, llena de enfrentamientos.

Por eso, a ellos como a Usted, les invito a profundizar en el tema para que conozcan “la otra versión de la historia” y puedan sacar sus propias conclusiones.

La bibliografía que adjunto a esta historia le permitirá empezar a desmontar de una vez por todas el mito de la dominancia como explicación para todo.

Si te interesa saber más sobre este tema o cualquier relacionado con nuestros perros te recomendamos las siguientes lecturas: