Esta es una historia real… Solo un ejemplo de lo que puede aportar ser casa de acogida. Aprovechamos para agradecer a todas nuestras casas de Acogida su labor, su ayuda, su dedicación para ayudarnos a seguir salvando Estrellas. En nombre de SosGolden y de tod@s los sin voz,
¡Gracias!
Día 1
A penas ni la saludo. Va todo muy rápido, de la mejor manera posible. Ella salta, contenta, ya ves, qué inocente y alegre a pesar de todo…. Sin conocerme de nada, y siguiéndome por una ciudad que le resulta desconcertante. Lo mira todo con atención. Su cola y sus ojos no paran de moverse. Tira mucho mientras nos vamos a casa. Un pipí. ¡Premio! Seguro que así ya no se hará en casa. Es ya de noche. Debe tener hambre. Nos mira todo el mundo. Normal, pasear con una cachorrilla adorable… es lo que tiene! Ella camina, casi corre, se ahoga con el collar, brinca sin saber hacia donde. Pongo atención a su cuerpo, cómo se mueve, cómo indaga, cómo huele, cómo todo. Llegamos a casa. Nos espera allí la que a partir de ahora será su compañera de juegos, menos mal que ella está acostumbrada a recibir otros perros en casa, y a tener que compartir espacio y demás durante más o menos largos periodos. Yo no les digo nada, sólo observo. La reina de la casa espera la reacción de la pequeña recién llegada. La huele, orejas atrás, mirada atenta. La pequeña garbancita se la gana enseguida. Y en dos minutos le ha quitado ya la cama y los 4 juguetes que andaban por el suelo.
Muchos correteos, piso arriba abajo, muchos ladridos, algún que otro gruñido. En dos horas, 5 pipís, y 1 caca dentro de casa. Yo sigo en silencio absoluto, muy quieta. Que aquí no pasa nada. Al fin, después de llenar el cenicero, se calman. Duermen las dos, la reina y la garbancita. No quiero despertarlas, así que salimos al último paseo del día ya muy entrada la noche. La cena…. la pequeña está famélica. No come, devora. Lo suyo y luego le quita el pienso a la otra, que, buena como ninguna, se retira a los gruñidos y mordiscos de la peque, y le deja su plato. Decido actuar. Cojo a la pequeña, me la siento a mi lado, con contacto físico. Su cuerpecillo y el mío bien pegaditos. Respiro primero a su ritmo, luego ralentizo y acabo con mi respiración muy relajada, y espero a que ella vaya calmándose junto conmigo. Tarda unos minutos, pero al fin respiramos al unísono. Cojo bolitas de pienso y se las voy dando, una a una, mientras la reina cena despacio delante nuestro. Parece que le ha llamado la atención. ¡Bingo! Aprovecho para cerrar la mano a cada bolita, para que ella aprenda a esperar. Que sepa que no se va a quedar sin premio, simplemente, que tenga un segundo de paciencia. Que no se excite. Y le recompenso. Por ser las primeras horas, estamos las tres agotadas, suficiente. A la cama. A ver cómo pasaremos la primera noche. ¿Llorará? ¿Intentará subirse a la cama? ¿Se hará pipi? ¿Le cogerán carrerillas por la madrugada? Mañana sigue la crónica.
Día 2
Mmmmmm ¿qué hora debe ser ya? Uy! Si ya son las 9! Y estas dos aún duermen… no han dicho ni mú en toda la noche. ¿A ver? Cada una en su camita… qué lindas. Ala, ya me han oído jejeje. «Hola preciosas :)». Siempre me ha encantado la ilusión en los ojos de los perros cuando te ven por la mañana. Despertarse al ritmo de sus colas es el mejor regalo para empezar el día. Me quedo sorprendida que no haya ningún pipí… me doy prisa para llevarlas a la calle pues. Muchos premios al bolsillo. Es que es lista la garbancilla… hace su primer pipí y ya me mira a ver si le doy la chuche. Por supuesto, se la merece. También le doy a la reina para que no haya diferencias. Y cuando hace pipí ella, la premio igual. Ella flipa, claro, «nunca me daba chuche cuando hacía pipí, pero oye, ahora que ha venido esta renacuaja no sé qué pasa, pero me caen premios por todos lados! Mola :D, creo que me gusta que haya venido compañía…».
Durante el día todo en orden. Por suerte, tengo todo el tiempo del mundo para dedicarles hoy. El desayuno ha sido mejor que la cena de ayer. Repito la operación: cuando la peque se acaba su plato, me la pongo en mi regazo, nos calmamos, y luego le premio. Poquito a poco, sin prisa, que tenemos toda una vida por delante. Bolita a bolita. Creo que capta el mensaje. Ya no tengo que aguantarla para que no le quite la comida a la reina. Está pendiente de mi mano. Espera a que yo la abra. La abro y obtiene premio. Ella debe pensar que tiene suerte, que tiene bolitas de pienso. Pero la suerte, pequeña garbancita, la tengo yo de poder admirar vuestra capacidad de aprendizaje, vuestra ilusión, vuestras ganas de complacernos siempre.
El resto del día pasa tranquilo. Mejor les retiro los juguetes, ya que ayer hubo algún que otro gruñidito por el medio. Mejor hoy haya paz. Que jueguen entre ellas. Y así es. Juegan, descansan. Juegan otro ratito, descansan… Y es cuando están cada una en su camita descansando tranquilamente, que me acerco a las dos, despacito, y les doy una chuche. Cada 5,10,15 minutos. Sólo eso, les refuerzo que estén las dos cómodamente estiradas. Que le cojan el gustillo a eso de vivir tranquilas. Que les guste poder estar relajadas. Que el estrés no lleva a nadie a ningún sitio, nunca. Así que para ayudarles a entender eso, les premio muchas veces cuando están así. Los paseos han sido divertidos, las dos ya miran mi mano cada vez que hacen algo jejeje. ¡Diles tontas! 😀
Y a la cena, repetimos. Pero esta vez ya no me hace falta hacer nada. La pequeñaja se sienta a mi lado y espera a que le de sus bolitas de «postre», mientras dejamos cenar tranquila a la mayor. Bolita en mano cerrada. Ella quiere abrírmela con el hocico. Espero. Cuando deja de hacer eso, abro la mano y se la doy. Así 1,2,3,4… 10,11….. veces. Hasta ha llegado a estirarse al suelo, para recibir sus preciados trofeos de carne. Ella estirada, mirándome a mí, ya no a mi mano, tranquila, esperando a que yo la abra, mientras la otra cena a medio metro…. toda una satisfacción. ¿A qué hora me van a despertar mañana esos coletazos de ilusión?
Día 3
Hoy ha tocado dejarlas solas… ese miedo de cómo lo llevará. Cada acogida es diferente, cada perro/a tiene su personalidad, sus miedos, sus manías, sus virtudes… todos perfectos en su esencia.
Hemos empezado unos minutillos solamente. He seguido las pautas de no despedirme, de no saludar al volver. Que sepa que entrar y salir de casa es la cosa más natural, que vuelvo siempre, que no lo viva como otro abandono (¡nunca más!). He quitado las posibles víctimas (libros, cables, etc), hasta que no la conozca más, mejor prevenir. Me ha mirado raro, pero no le hice caso. Me he quedado al otro lado de la puerta un minuto, para escuchar… silencio. ¡Bien! No ha llorado, ni rascado la puerta. Nada por su parte. Y al volver, nada por la mía. Sí, me ha saltado, lloraba de alegría, pero yo, resistiendo a mis ganas de achucharla y comérmela a besos, he esperado. Cuando ya se le ha pasado la euforia, entonces ya me he sentado con ellas, y han (y he) recibido todos los mimos existentes del mundo mundial 😀
He ido aumentando los ratos de dejarlas solas, y de momento, parece que todo está en orden.
El resto sigue bien, muy bien. Es una dulzura de perra. Formamos un gran equipo! Hoy solo ha caído un pipí en casa, todo un logro por su parte. Me hace muy feliz. Espero que ella lo sea tanto como yo.
De mientras, no puedo dejar de pensar en Lobito y su patita… a ver si se recupera pronto. Quién sabe si un día la garbancita y él se encontraran para correr y saltar y disfrutar de ser PERROS.
Día 4
Hoy ha venido su futura mami humana a conocerla… esa chispa en los ojos de ambas cuando se han visto me dice que va a estar genial. Será dura la despedida… (como todas), es inevitable cogerles cariño a pesar que una se esfuerza a mantener distancias emocionales cuando firma el contrato de acogida… No podemos controlar eso. Nos ganan el corazón enseguida, es su mayor ventaja. Saben de eso más que todos nosotros juntos. Porque ellos no critican, no nos juzgan, tan solo nos disfrutan y nos aceptan y nos quieren sin condiciones. ¿Cómo resistirse a eso? Pues no, señores, es inevitable quererles. Sé que va a estar bien. La familia que la va a adoptar ha pasado el proceso de adopción satisfactoriamente. Hay quienes critican esta forma de hacer de Sosgolden. Pues yo les digo que aplaudo este saber hacer, porque yo quiero que la garbancita que comparte ahora su vida conmigo, esté con la mejor familia. Quiero que encaje a la perfección. Y eso, sólo se puede conseguir mediante un estudio de la situación y unos procesos de elección muy curados. Evidentemente todos podemos equivocarnos, faltaría más. Sé que vas a estar bien, pequeñita… y sé que sabré de ti y que vamos a seguir viéndonos lo más a menudo posible. De mientras, pienso disfrutarte el tiempo que nos quede hasta que la logística permita que puedas irte a tu merecido hogar definitivo. Y voy a seguir trabajando contigo para que te cueste menos la adaptación a tu futura casa.
Hoy estrenas arnés. Tirabas tanto por la calle… la emoción de querer conocerlo todo y llegar a cada rincón… Así que hoy estrenas el arnés EasyWalk. ¡Qué maravilla! Cada vez que lo utilizo con algun perro, me sorprendo que haya gente que siga prefiriendo los pinchos y los collares de ahorque… no me entra en la cabeza que pudiendo hacer las coses bien, elijan una opción dañina. Y no solamente en lo que a paseos se refiere. Esta pequeñina ha aprendido mucho en 3 días a base de chuches y premios. Si es tan fácil así … ¿para qué usar métodos de castigo? ¿Es eso lo que algunos quieren enseñarles a sus perros? ¿Que con violencia se solucionan las cosas? Yo prefiero que mi perra, mi reina, o mis acogidas, o mis amigos, o mi sobrina, o quien sea, aprenda que hay una forma positiva de poder aprender y solucionar las cosas. Me parece de una lógica absoluta querer eso.
Así que nada, por hoy dejo de escribir y me pongo a ver como me mires con esos ojos que son todo dulzura. Esos instantes de vida y felicidad pura.
Día 5
Pocas novedades. La peque sigue con sus pequeños-grandes avances. Sus esperas por la comida van mejorando. Hemos conseguido…¡¡¡ que espere sentadita a cada bolita que le dejo al suelo!!! Hasta que no le digo «toma», no la coge… un diamantito en bruto es esta pequeñaja. Los pipís… ais los pipís… esto va a costar un poquito más de tiempo. Paciencia. Ellos la tienen con nosotros. Nos vamos de casa y los dejamos solos y no se quejan. Les racionamos la comida y no se quejan. Les sacamos a la calle cuando nos va bien, marcando horarios, y no se quejan. Si ellos tienen tanta paciencia con nosotros, a caso no les debemos lo mismo? Mi reina, ella es la paciencia hecha perra. Hoy la crónica va por ella. Por ser como es. Tan única. Tan adaptable a tanto cambio en su vida. Siempre apoyándome. Y siempre dando lo mejor de ella. Lo veo con las acogidas. Depende de cómo sea el otro perro, ella adopta una postura u otra. Con esta bicheja, está supercalmada, porque es lo que la garbancilla necesita. Con la anterior acogida era lo contrario, promovía el juego, era la parte activa. Si es que a veces los humanos nos empeñamos en unas cosas, y ellos son los mejores maestros…
Fregona en mano, hasta mañana 🙂
Día 6
No me canso de ver como juegan estas dos. Se pueden tirar largos minutos a dos patas, entrelazando las delanteras y saltando a la par. Para morirse de risa jeje. Se persiguen. Se muerden cariñosamente los belfos. Se lamen. Y ahora les ha dado por dormir juntas en la misma cama. Se enroscan las dos dando una imagen de Yin-Yang casi perfecta. Además, la reina doradita y la garbancilla toda zaína ella, crea aún más esa estampa visual. Creo que se complementan muy bien. En el reino animal no existe la amistad como la entendemos nosotros. Es una camaradería más espontánea. Su visión de la vida resulta más pragmática. En definitiva, son mucho más naturales. Y se adaptan muchísimo mejor que nosotros. La peque es todo un ejemplo de ello. Hace pocos días que está aquí y ya tiene su sitio en el trono. Respondía ya a su nombre cuando llegó, cosa que muchas veces no ocurre con una acogida. Depende de dónde y de cómo venga el animal. Sí, la garbancilla conocía su nombre, al que responde a la perfección cuando la llamo. La garbancilla sabía ya sentarse (pronto creo que hará el pino-puente por un cachito de queso jajajaja, ¡con lo lista que es!). El tema comidas ya lo tiene dominado. No tengo que decirle absolutamente nada. Incluso ya puedo poner los platos de pienso sin tener que controlar que no se tire a ellos. Ha aprendido a creer en mí, sabe que le daré de comer. Ya no teme que la reina o yo le quitemos su comida (en muchos casos, los perros vienen marcados por un pasado de supervivencia arrolladora, con unos traumas atroces, y hay que tener especial cuidado en los momentos de ponerles el plato; hay que evitar posibles accidentes, ya que puede que el animal aún no confíe con el ser humano. Hay que darles tiempo). No sé el por qué de la desesperación por la comida de la pequeña. Supongo que habrá pasado mucha hambre… El caso es que poquito a poco coja confianza de una forma serena y tranquila. Va por muuuuuy buen camino 🙂
Día 13
La peque no acaba de adaptarse a la vuelta a mi horario laboral. Otro cambio para ella. Volvieron los pipís en casa, algunas víctimas materiales… Así que acoté la zona. Ha tardado casi una semana a habituarse a la nueva rutina. Por eso, yo creo que es mejor que cuando entra un perro en una casa, desde el primer momento intentemos promover la rutina que va a tener normalmente. Sino, son más cambios para ellos, más factores estresantes. Aquí llevamos cinco días para ir sobrellevándolo mejor. El jueves ya la vi más tranquila. El viernes ya normal.
Es muy grande, la peque… Cuando la dejo suelta en un lugar seguro (donde no pueda escaparse bajo ningún incidente), se emociona mucho, le encanta correr persiguiéndose con la reina. Van las dos casi a ras del suelo para coger velocidad. Y siempre se le queda una orejita para atrás… está graciosísima 🙂
Por la noche, a poca luz, solo se ve su collar y su placa identificativa reflectantes moverse y saltando. Entones la llamo y viene como un rayo a buscar su chuche. Le gusta mirar como vuelan las palomas. Le gusta saludar a toda persona que se acerca. Le gusta apoyar su cabecita en las rodillas para que le acaricien. Le encanta dormirse delante del radiador. Y a mí me gusta mirarla cuando hace estas cosas que tanto le gustan.
Día 14
Acabamos de llegar de un intenso paseo. Sus padres adoptivos han venido a verla otra vez para ir conociendo su próxima princesa. Hemos estado en un parque con muchos amigos peludos, corriendo, saltando… Han jugado muchísimo todos. La garbancilla les quitaba la pelota a todos jejeje, y se la apoderaba con una elegancia extrema. No había forma de sacársela de la boca jajajaaja. Lo nuestro nos ha costado, pero finalmente, lo hemos logrado. Hemos hecho ver que nos íbamos del parque. Ella primero ha hecho como que le daba igual, y seguía con la pelotita. Pero luego ya ha visto que la cosa «iba en serio» y ha venido a nosotros corriendo. Ahí sí, cogemos pelota y a cambio chuche. Más lista es… y más guapa! Ahora está reventada, bueno, están, que la reina también se ha cansado lo suyo. Es bonito y gratificante ver como los adoptantes se implican tanto con el que va a ser su próximo compañero de viaje. Es ideal que puedan irse habituando antes. No siempre es posible, pero sí muy recomendable.
Os dejamos hoy durmiendo, y con un recuerdo especial para Bruneta, que hoy ha cruzado el Arco iris.
Día 16
Aquí la tengo, hecha un ovillo en la camita. Hoy ha sido un gran día para ella y para muchos. Hoy la pequeña se ha estrenado en el proyecto de «terapia animal asistida» que Sosgolden realiza en centros para personas mayores. Ha sido increíble… Creo que mañana tendrá agujetas en la cola de tanto moverla. Podríamos resumir la tarde con una frase que me ha emocionado, de un paciente con demencia avanzada… La pequeña garbancilla le estaba llenando de lametones las manos, y dice «Me está lamiendo. No, no me está lamiendo, me está amando». Eso no tiene precio. Que una lengüita pequeña llene de alegría a tantas personas…. uffff… inexplicable experiencia. No hay palabras. Y bueno, ha probado de todo porque todos le daban que si galletitas, que si barquillos, que si chuches…. y ella claro, ¡¡flipando!! Una campeona. Ya queda muy poquito para que se vaya con su familia adoptiva. Y mientras no llegue el momento, la reina y yo vamos a comérnosla a besos.
Y por hoy nos despedimos con decenas de sonrisas y lágrimas de emoción grabadas en nuestras pupilas. Descansa estrellita, eres la mejor.
Día último, el duro adiós
Esta acogida ha sido corta. Por una parte, está bien. Una estrellita más adoptada. Una casa que puede volver a acoger a quien lo necesite. Por otra, no lo hace menos duro. Inevitable pensar que podía haberle enseñado más cosas, que pude pasar más minutos acariciándola, hacerle más fotos jugando… Reconfortante que al día siguiente te envíen esto:
«¡¡¡Buenos días Reina y Feliz Navidad!!!!
Ayer llegué a la que será mi casa para siempre, sin más cambios en mi vida.
Me recibió esa chica rubia que ha venido en otras ocasiones y que yo sentía que le hacía mucha ilusión estar a mi lado. También su compañero, aquel calvo que me miraba con ojos fascinados pero que lo sentía algo nervioso. Pero sobre todo, lo que más me llamó la atención fue la pequeña de la familia que primero reía alegre al verme pero a los dos minutos comenzó a llorar. Yo no sabía qué le había hecho para que llorase, luego me enteré que era de emoción al verme. Me da la sensación de que me quieren mucho. Un beso a la reina, seguiré informándote de como va todo!
Por cierto, ¡¡¡he pasado una noche genial!!!!. Tengo un parque justo al lado de casa que ya he podido estrenar y esta tarde me han dicho que iremos a ver a mis nuevos amigos, Duffi y Luna… Ya te contaré si son tan encantadores como tú.
Da un beso a mami de acogida de mi parte por todo el amor que me ha ofrecido y lo bien que me ha educado. Os echo de menos pero me siento muy bien.
¡Hasta pronto!»
Pequeña garbancita, nosotras también te echamos mucho de menos. Ahora que la fregona ya no tenía que trabajar horas extras, ahora que el cojín ya tenía la forma de tu cuerpecito, ahora que la vecina ya había sucumbido a tus encantos… ahora ya no estás. Pero como acaba de decirme una persona, cada perro que pasa por nuestra vida, nos enseña y nos aporta grandes lecciones. Pequeña Pam, porque ese es tu nombre real, sigue brillando con tu luz y alegría, sigue luchando por esa VIDA en mayúsculas que sabías que merecías, sigue moviendo esa colita al compás de tus latidos… Te queremos y para siempre, siempre, siempre…